lunes, 30 de agosto de 2010

Fragmentales

1.
Se acercó al placard del rincón más oscuro, apenas llegaba al borde del picaporte de la pesada puerta, y no es que hubiera crecido desde la última vez (si hasta le parecía que “sus” hijos ya podían ser suyos), tan solo era eso, una profunda lejanía.

2.
Tanto verde, tanto pétalo dulce, tanta brisa fresca, tanta tonta tranquilidad; lo siento por tus siestas al sol pero extraño el smog y un taxi a media noche (de todas formas inténtalo).

3.
Hundió las manos en su costado y extrajo la fruta; un sumo transparente perfiló los contornos sanguíneos que sostenían los gajos, se sostuvo vertical y se precipitó, tormenta y destello,hacia la tierra.

4.
Anotó la cifra graneada en el muro; nada justificaba la pena, aún así llovió platos íntegros que inundaron la Ciudad de arroz negro.

5.
Adormece la Ciudad sus recodos. Sobre altos muros, edificios ciegos habitados por sombras, un entramado de cables zumba la letanía de lo olvidado. En otro tiempo, cuando el río aún era de agua, la Ciudad (esta ciudad) apenas conocía las vanas transfusiones eléctricas que desgarran hoy el vientre de sus hijos.

6.
Un mareo de nauseas oxígenas abre un surco en el viento; el cuerpo del muchacho (desgarbado y torpe como solo él sabía serlo) arremolinó la superficie del agua. Un poco más allá, la hermana de cabellos sueltos, desgarró como una lanza la piel del lago.

7.
Sentados, sobre el borde curvado del taburete (traído desde vaya a saber donde), Los-Hijos-Mudos-Del-Capitán, observan a las aves. Hay alas, pluma y espanto de lechuza labrada, que saben más de lo que callan; El-Último-Hijo habrá muerto al amanecer y una pluma de mármol beberá su sangre.

8.
Cada 3 horas, las lechuzas de Plaza Antigua, giraban 180 grados sobre su eje, o eso, al menos, sostenía el primo de Braulio. Se miraban, algo se decían, es claro, y volvían a darse la espalda.

9.
Alzó el brazo a la altura del pecho, una lechuza parda se posó en él hundiéndole las garras en la carne; detrás, sobre los robles, la otra lechuza, la pálida Señora del Bosque, sostuvo el canto. La Luna entonces ahogó destellos sobre su sangre y el ave emprendió el vuelo.


10.
Sobrevuelan la Luna dos lechuzas; oscura una, pálida la otra. Se entrecruzan, muerden el aire, destellan y mienten. Cuando encuentren sus sombras la noche será cenizas y habrá muerto el mar.

11.
Pasó los granos, de a uno, al siguiente plato (no pudo retener la cifra). Algo se estremeció entonces y una bermeja gota espesa estrió sus bordes sobre el arroz.

12.
Atravesó cada ojiva de arroz con la aguja, por los pequeños orificios fue deslizándose un imperceptible hilo de plata. Ató el último nudo y, lento, muy lento, rodeó el lomo ópalo del corcel con aquel engarce albino. La Luna entonces centelleó muda en las llagas de sus dedos.

13.
Hundió el extremo agudo de la esteca en la membrana; un chillido animal se desprendió de cápsula al tiempo que una espesa sustancia se deslizaba sobre el mesón. Dejó caer la esteca, el metal aulló contra el piso. Tenía que mirar, pero no podía moverse.

2 Arribos desde el último alunizaje:

Blanc dijo...

Bueno, a ver para cuándo una publicación en papel!!!
Animateeeeeeeeeeee!!!

Alba Cecilia Curia dijo...

Ay espero que pronto Ojitos! Gracias por alentarme!!!