2- Los otros
Los humanos
Sus piernas rectas a la altura de mis ojos. Los veo masticar con fuerza algo de lo que sólo me llega el olor, sé que alguna vez tuve ese olor entre mis dientes pero la verdad se me escapa. Siento el roce de sus manos sobre mi lomo cansado y no quiero moverme hacia la sombra. Creo que podríamos haber sido un pueblo único llamándonos por nuestros nombres, no hay otros como ellos que tengan manadas tan agradables. Pero les faltan, o les sobran, no lo sé, pequeños intentos.
No me ven, si no traigo un hueso en la boca puedo morirme aquí mismo, juntar moscas, infectar su aire y no sabrán por qué han muerto. Somos dos pueblos demasiado cómodos, demasiado acostumbrados los unos a los otros ¿Nos necesitamos? Tal vez no.
sábado, 7 de marzo de 2009
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