domingo, 19 de agosto de 2007

Carta 1

Gigante:

Me he dado cuenta que no sé definir el color de tus ojos (¿verdes? Eso sólo si una esmeralda puede guardar el color del Sol; ¿miel? Eso sólo si la miel guarda el color de los bosques).¿Qué es lo que miras cuando nadie te ve? ¿Alguna vez piensas que pienso en tus ojos?

Es cierto que no hablo. Dadas las circunstancias sabrás que a quien escribe no le es dado en demasía el don de la palabra hablada (disparidades del querido Mercurio ¡Qué le vamo`a hacer!); tú escribes, yo escribo y así andamos los dos sin decirnos nada. He pensado enviarte aves que trinen mi intrincado mensaje pero, ya ves, me quedo a mitad de camino.

Tienes alas, sé que en algún momento también te darás cuenta y tal vez remontes vuelo hacia aquí. Es probable que no llegues con la luz del día centellando entre tus cabellos ámbar, ni aterrizarás suavemente una mañana clara; ni tú ni yo somos dados a lo volátil, más bien padecemos de una grave densidad terrestre. ¿Será por eso que nos movemos tan lento? Y así se nos va el tiempo, andando, quizás, en direcciones opuestas y sin saberlo, lento, muy lento, sin vernos, sin decirnos nada, sin tomar nuestras manos en la oscuridad.

Disculpa, pero ya vez lo que causan tus miradas de sabio sonriente ¡y tú sin saberlo!

Tal vez mañana, o algún día de lluvia en Enero, cuando los caminos se hallan secado y mi cabello roce el suelo del verano, entre un viaje y otro de esta nave en mal estado, tal vez, digo, pueda arrancar el barro de mis pies y acercarme a beber de tu boca.

La Hija del Capitán (desde un rincón inquieto del Universo pensando en ti)

PD: Aún eres una intriga.

2 Arribos desde el último alunizaje:

Cristina Cambareri dijo...

wouww!
me encantó!
aysss, querida HdC, el amor nos sorprende a veces sin querer... dicen que es ciego, pero a mí me parece que es así: Gigante!

besos

LA MALA ROSA dijo...

Oh, cuánto me ha recordado a cierta persona... Te lo agradezco. Porque resulta difícil recordarla.