lunes, 13 de agosto de 2007

La noche de las luciernagas

Hemos anclado nuestra nave, momentáneamente, en un desierto de rocas ambarinas.

He oído al viento murmurar sortilegios y todos traen el recuerdo de una delgada mujer de cabellos como hebras de sol: no es una dama sutil, más bien parece algo enojada y blande su espada con furia.
Pero, como dice un viejo libro, esa es otra historia ha de ser contada en otra parte.

Nuestro "campamento" no es lo que se dice fotogénico, a decir verdad se asemeja bastante a un desarmadero de autos viejos (no sé si es el cansancio o el estado de nuestro muy lamentable medio de transporte).

Es de noche ¿ya lo dije? Y ni La Voz, ni quien deletrea estas palabras, tiene la más mínima idea de cómo encender un fueguito, aunque más no sea para iluminar. Pensándolo mejor, creo que la naturaleza es bastante sabia y, por el bienestar de sus otras criaturas, ha privado a estos dos engendros de la facultad de incendiarlo todo.

Lo que sí abundan son latas de conserva (atún y lentejas o lentejas y atún con una variedad de atún y atún o lentejas y lentejas); tierra; poca agua; botellas vacías; tierra; un pasa- cassettes en mal estado (sí, sí, ya lo sé, estamos en la era del CD y el MP3 pero ...); algunos libros de tapas bordeau; tierra (mucha, mucha, muchísima y en mis ojos) y algunos saltamontes despistados, empiezo a temer que La Voz se encariñe con alguno y pase a engrosar nuestra ya numerosa ¿familia? (una iguana vegetariana, una rata con problemas de identidad, un gato con panik atak, otro bastante temerario pero algo estúpido, una gata neurótica, Mub, el perro de tres patas que quiere deglutir a nuestra gata... ¡ah! También, de vez en cuando, estamos La Voz y yo).

Después de ingerir mi ración diaria de lentejas/atún me dediqué unos breves minutos a observar como mi compañero se deslizaba en los brazos del sueño, de uno modo más bien abrupto diría yo (nos muy dado a las sutilezas).

Traté de seguir sus pasos pero me distraje con el vaivén lumínico de cierta danza amorosa ejecutada por un abundante número de luciérnagas (¿será así o es el consumo excesivo de lentejas me esta afectando?). Conté 753 intermitencias, no sé si eran todas de distintos insectos o si eran sólo 23 bichitos en un éxtasis frenético, lo cierto es que absorbieron la noche con su luz y me dejaron ahí, sin otra cosa en la mente que el ajetreo incesante de su cortejo.

Ok, vale. La noche en el desierto no es taaannn encantadora ni trae la esperanza de que, de detrás de una roca, surja Michael Mandsen *. Y, para ser realistas, los saltamontes tienen pocas posibilidades de caer simpáticos ante un duo de anfitriones muertos de frío.
Ok, vale otra vez, los anfitriones son ellos y no nosotros, este es SU desierto y mi copiloto y yo hemos caído como peludo de regalo, convidado de piedra, suegra en la luna de miel, cuñadito/a en primera cita, mosquito en campamento...

¿Qué corno estoy tratando de decir? ¡¡¡¡ QUÉ EL DESIERTO NO ES PARA MÍ!!!
¡¡¡Devuélvanme las calles asfaltadas, los semáforos y bocinazos! ¡Tráiganme los letreros horribles y las cagadas de perro! ¡Quiero un bar de mala muerte abierto a cualquier hora aunque no lo vaya a pisar ni por todo el oro del mundo! ¡Quiero ruido, gente, olores artificiales, música por todos lados y calles mal pavimentadas!

Sí, soy un bicho de ciudad.

¿Y La Voz? Intenten dejarlo 1 semana sin su MP3 (a él sí le llegó la modernidad, que le vamo´hacer!) verán como aveces puede no ser tan tranquilo.

En fin tanta lucecita intermitente no eléctrica me ha dejado exhausta.

¡Buenas noches y hasta mañana! Y, como dice La Voz: ¡Qué sueñen con algo más interesante que un niñito alado!

La Hija del Capitán (con hambre, con sueño, con frío) y La Voz (en el quinto sueño)

*Aclaración (por si aún no tienen la dicha de saberlo):
Michael Mandsen es ese tipo grandote de Liberen a Willy (el padre, si ese); Species, Perros de la calle (el psicótico, su especialidad); Brasco; y, por sobre todas, Kill Bill (sí, ya sé, al pobre no le va muy bien en el desierto pero...)

7 Arribos desde el último alunizaje:

Principeeto dijo...

Que suerte, no apareció una hierocoperineferis en el desierto. Son monstruos con 10 alas y cabeza de cucaracha. Se esconden en las piedras del desierto y comen absolutamente de todo.

Cristina Cambareri dijo...

muy buen "alunizaje", desértico, es verdad, pero intermitente y luminoso, de luciérnaga... jaja
besos, bella hija del capitán!

Alba Cecilia Curia dijo...

Piedra:
¡Vaya amig@! y yo sin saberlo, con la suerte que traigo ultimamente podria haberme topado co uno de esto hierocoperineferis tranquilamenmte.
¡Gracias por la advertencia!

Alba Cecilia Curia dijo...

Cric:
¡Gracias! ¡Gracias!¡Gracis!
Miles de gracias bellisima Cric!!!

Principeeto dijo...

Con uno o con varios. ¿Te puedo linkear?

Alba Cecilia Curia dijo...

Piedra:
Sí, claro que puedes linkearme (se agradece)

Principeeto dijo...

chevere