Ser un tigre pero al revés y llevar la piel aerografiada de viento.
No sé qué momentos seleccionar, que días ir dejando amarrados
ni como acomodar en las maletas los retazos de memoria
que voy encontrando por ahí, entre las tablas del piso.
Desdoblo las mantas por no ir quedándome atrás
de los destellos del invierno ido.
Hay lagartijas azules hurgando rincones en la galería del patio
y un minotauro en miniatura acorrala hormigas contra el rosal.
Cierro los libros sobre la mesa de la cocina, uno cada hora;
les voy marcando las tapas con hilos verdes y luego los dejó ahí,
casi desinteresados del tiempo.
Preparo montes de arena y azúcar al borde de la mesada,
destejo swters (sólo los rojos) y me pongo en puntas de pie
descolgando sábanas y libélulas.
Me disgrego, depongo intenciones de insistir,
busco sombra bajo los árboles y me duermo soñando tu boca
(una vez más)
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