Decime que el viento traerá la lluvia de tus cuentos,
decime que intentarán los sapos desterrar el miedo
y que un lagarto gris se fugará en silencio del zoológico.
Sostén para mí el argumento de una revolución de orugas
y la firme convicción en los ojos del gato.
Afirma los contornos de una noche blanca,
la cicatriz destellante de mil soles
y el zumbido de la lengua de un escarabajo.
Los días van de agosto a agosto
saltando entre las ramas de un sauce
y crecen,
como senderos de hojas ocres,
los relatos invernales.
Tráeme,
cuando regreses,
un vaso de fuegos que narren tu viaje
y decime entonces
de qué color son los sueños del lobo,
cuántos años andará el caracol bajo el río
y si, al fin, estarán tus ojos en una fotografía.
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