domingo, 11 de diciembre de 2011

Las mañanas



Ceder a la tentación de la melancolía como quien se pone medias de seda, y no sé si hago bien en pedir tanta lluvia, en pedirle al día que se deshoje de otro modo. Es que hay viento, y música en algún rincón de la ciudad, pero la noche viene azul y lejana como una niña descalza.

Ceder, intranquila, a la opción menos probable, al ritmo de una fotografía sin formas. Sé que tengo algo que decir pero no descubro la formula cuántica para descifrar los vocablos.

Ceder a los sueños, al suave devenir del desierto, al conjuro en la lengua de los lagartos. Vengo desnivelando mi desnudez y no quiero alejarme.

Ceder, como hoja otoñal que cae del árbol.

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